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Aguadeluna

Las Moradas.

Las Moradas.

Mi corazón se despidió de mi para dirigirse a la Morada de la Riqueza. Al llegar a esa ciudad sagrada que el alma había alabado, comenzó a rodar desconcertado ante la ausencia de lo que siempre imaginó encontrar. La ciudad estaba vacía de poder, riqueza y autoridad. Se encontró a la hija del Amor  y le preguntó: ¿dónde puedo encontrar a la Satisfacción, oía que había venido a hacerte compañíal?. Pero ella le respode: Se ha ido a predicar a la ciudad dónde gobiernan la avidez y la corrupcción; no la necesitamos. La Riqueza no implora Satisfacción porque es una recompensa terrena, sus deseos son materiales, la Satisfacción es una expresión del corazón. El alma eterna no está nunca satisfecha, su objetivo es la búsqueda constante. Mi corazón se dirigió a la Belleza de la Vida y le dijo: tu eres toda Sabiduría, iluminame como a la Mujer. Ella me respondió; corazón humano, la mujer es tu propio reflejo, ella es lo que tú eres y está dónde tu estés, es como la razón desoida por el ignorante, como la luna limpia de nubes, libre como la brisa. Mi corazón caminó  hasta encontrar a Sabiduría, hija de Amor y Belleza y le pidió: concedeme Sabiduría y la compartiré con los míos. Ella le respondió: no nombres a la Sabiduría, nombra a Riqueza, la verdadera riqueza no viene del exterior, nace en lo más Profundo de la vida, compartela con los tuyos.

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